miércoles, 31 de octubre de 2007

Buscando un fin sobre las olas

... y el mar bordeaba mi silueta menuda. 7 años eran entonces suficientes para adentrarse en un mar dispuesto al juego, rebosante de una espuma de apuestas constantes que reservaba el arrepentimiento a la resaca de los cobardes.

Y ante cada ola, inconsciente, sólo felicidad hallaba en las dos opciones que se presentaban: flotar sobre la cresta soñándome ingrávido, o sumergirme bajo el golpe de agua dejando mi cuerpo tambalearse al compás de la marea...

... pero sólo podía elegir una. Y la angustia pesaba tras cada decisión preguntándome: ¿realmente era esa la mejor opción? ¿Cómo saberlo? ¿Podía realmente buscar esa respuesta dentro de mí? ¿O sería mejor dejar que mi voluntad fluyera como el agua bajo mis pies?

Lo único que mi razón conseguía aclararme es que nadie podría ayudarme... alrededor ni siquiera parecían vivir mis mismas sensaciones...

El mar fue creciendo con los años, y con él las oportunidades, los riesgos y las posibilidades de elección. Mientras, su brisa adornaba las olas con un recuerdo de felicidad y angustia... ¿existirá algún fin que se pueda posar triunfante sobre ellas? ¿Podría mi razón conocer algún deseo al que mi voluntad se entregara por encima de cualquier sueño? Y si realmente pudiera... ¿no debería ello ser común a toda razón?

Tal vez a la razón le toca agachar la cabeza y retirarse fracasada. Pero el mar no cesa su travesía, y sigue tocando decidir. Sólo se vive si se apuesta. El arrepentimiento queda reservado para el que renuncia a jugar. Para todos los demás arrepentirse es no enteder el juego.

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