jueves, 28 de febrero de 2008

Siguiendo nuestras propias huellas

Y el camino racional hacia la moral va adentrándose cada vez más en el vacío de la oscuridad. A tientas, en vano buscamos acercarnos a la verdad: Lo que antes era luz, ya sólo es juego ciego.

Perdidos, desorientados, la duda abarca incluso las certezas más arraigadas. Poco a poco las dudas se extienden ocultandolo todo... ¿Hacia dónde caminar? ¿Cuál es el camino? ¿Podemos conocer el camino? ¿Existe realmente un camino?

En la oscuridad del mundo, sólo el autoconocimiento aporta un rayo de luz... aunque tal vez sea sólo un espejismo. Sólo si las huellas del camino viven en nosotros, pues sólo en nuestro interior podemos ver, el caminar tiene sentido.

Nada nos garantiza que las huellas sean válidas, ni que las podamos conocer... ni siquiera que realmente existan.

Pero sólo en nuestras huellas podemos encontrar un camino... solo tiene sentido el camino si podemos encontrar nuestras huellas en él. Huellas que no son más que sentimientos. Sentimientos que son lo único firme a lo que agarrarnos.

Aunque tal vez, nunca dejemos de caer.