jueves, 13 de septiembre de 2007

Ética, presa de la libertad

Obligados a elegir, la libertad se convierte en el carcelero de toda posibilidad de bien y de mal.

Nuestra ética, como conjunto de normas sobre las que basar nuestro actuar, queda así necesariamente esclava de la libertad. Sin libertad, la ética es nada... es música para el sordo, es luz para el ciego, es pura ironía.

Hagan juego...

lunes, 10 de septiembre de 2007

Aversión a lo irracional

Pocos actos más repulsivos que la negación de lo evidente. Pocos actos más humanos que creer evidenciar lo discutible.

Sin evidencias la existencia se nubla.

Pero... ¿puede haber evidencia más allá de la existencia de nuestros propios sentimientos y sensaciones (junto con la sensación de nuestra propia existencia) y de las certezas lógicas (que nunca empíricas) proporcionadas por nuestra razón?

La razón no permite alcanzar mayores cotas sin apoyos... apoyos necesariamente irracionales (que quedan fuera de la razón), sobre los cuales montar un desarrollo racional.

Lo irracional como opuesto a la razón, queda repudiado como negación de la evidencia lógica...

Lo irracional como fuera o más allá de la razón, se convierte, por contra, en el único asidero para que la razón ejerza su función de enlace lógico. Lo irracional es la única esperanza de vida racional.

Lástima que ambos conceptos queden determinados por el mismo término... pues la razón enferma o perezosa no será capaz de discriminar, despreciando junto con lo despreciable su único punto de apoyo no contrario a la razón. Y morirá ahogada en su propio engaño...

O tal vez me engañe yo... ¿podría lo contrario a la razón ser buscado y no repudiado? Quizá... pero me resulta tan repugnante...

jueves, 6 de septiembre de 2007

Razón: al servicio del deseo

Vacío es el razonamiento mientras no se llenen las premisas. Pura forma, enorme nada queda en el actuar (ojalá libre) si sólo tenemos la razón... nada sólo evitable por el relleno de nuestros deseos.

Sólo los fines que deseamos son conocidos de manera inmediata en el ámbito de la decisión... solo la voluntad puede formar parte de la premisa original para la razón. Todo lo demás no son más que irracionales apuestas (sensaciones, recuerdos, sueños) que colocan nuestros fines en el mundo apostado, quedando la razón como el autómata que decide la jugada para conseguir lo buscado.

Nada puede decir la razón de los fines; su ámbito queda relegado a los medios. Medios que pueden confundirse con fines... fines de los que no se puede garantizar su coherencia. ¿Deberemos apostar por ella?

lunes, 3 de septiembre de 2007

La inútil libertad de la razón

Sólo simplificar puede ser presentar al hombre únicamente como razón, como discurrir, como capaz de ver lo mediato. ¿Qué quedaría de él más que nada si sólo fuese razón?

Ni siquiera la libertad (indemostrable) de la razón podría darle al hombre su dignidad. Pues bien mirado... ¿qué puede aportar dicha libertad más que aleatoriedad? ¿Acaso el libre albedrío en el correcto o erróneo deducir, en el "darse o no cuenta de" puede aportar más que azar al ser humano como tal? Y el azar... ¿de qué manera puede añadir desde el punto de vista ético nada al sujeto que lo sufre?

Nada más que azar aporta la libertad a la razón. Nada más que nada. Puede que resulte divertido... pero será sólo cuestión de gustos. Gustos éticamente inútiles.